Sobre la muestra “Medicina Transposicional”
Mis manos son como niños abandonados en una gran sábana blanca, sin ojos, sin extremidades y, aun así, amando e inventado.
Extrañamente mi obra brota de la melancolía vital, delirante, silenciosamente caótica, infinitamente agresiva y honesta con su intimidad y su tiempo. Una obra cercana a la anarquía, una antítesis del plagio, la vanidad y la razón. Una obra que libera del objeto al arte y lo encamina por senderos en donde el humor y la intuición cohabitan.
Es que un artista contemporáneo está obligado a interrumpir círculos, a destruir tradiciones que debilitan a la creatividad y canonizan escuelas e ismos. Un artista contemporáneo sabe que, más que un creador, es un estratega que, valiéndose de cualquier medio, puede convertir su obra en un discurso, en el que se lee con claridad su yo interno, pero también es una imagen clara de su entorno.
Como artista de hoy sé con certeza que mi trabajo tendrá valor mientras revolucione el pensamiento de la sociedad y ayude a decodificar el tambaleante paso del hombre por la vida.
«Un simio jamás
puede detener
la explosión de una bomba atómica»
Julio Mosquera